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domingo, 27 de março de 2011

ELOGIO PONZOÑA EN LA FORMA VERBAL


Traducido por Merchita
E-mail: merchitacruz@gmail.com

¿Qué es lo que la persona suele valorizar más: la satisfacción sexual, el dinero, la comida, el alcohol, los amigos o los elogios? Investigadores evaluaron los deseos y gustos de algunos estudiantes universitarios sobre una serie de deseos y gustos y los resultados para sorpresa de los estudios indicaron que los voluntarios dan más valor a un elogio o a una evaluación positiva que comer su comida preferida, satisfacerse sexualmente, beber, recibir el salario del mes y hasta incluso que encontrar un buen amigo. (1)

Por tanto, y ante la sorpresa, los investigadores confirmaron que el deseo de “sentirse valorizado” a través de los elogios triunfa sobre cualquier otra situación placentera. Creemos que estamos observando generaciones en donde una parte gigantesca de ciudadanos es constituida por adultos condescendientes, inmaduros para los obstáculos, decepciones y desafíos de la vida, incapaces de lidiar con conflictos y dotados de una alucinante certeza de que el mundo les debe algo., por eso exigen ser mimados.

No hay duda que la ausencia de palabras y frases motivadoras, cada vez más comunes en los ambientes domésticos, perjudica a relación aparente. Raramente se observan a muchos hombres estimular con palabras edificantes a sus mujeres o viceversa, no se constata regularmente jefes estimulando con sinceridad el trabajo de sus subordinados, no es muy común padres e hijos estimulándose con palabras afectuosas.

Es obvio que el buen profesional, y aunque no lo aparente, le gusta ser valorizado, al buen hijo le gusta ser reconocido, el buen padre o la buena madre le gusta ser recordados amorosamente, al buen amigo, a la buena ama de casa, a la mujer que se cuida, al hombre que se cuida, en fin, vivimos en una sociedad en que uno precisa del otro, es imposible a un hombre vivir solo, y las palabras motivadoras (que no pueden tenerse como elogios) son la oxigenación de ánimo en la vida de cualquier persona.

Desde que penetramos en las enseñanzas kardecianas aprendemos que el elogio (aunque bien intencionada) nos conmueve y elude. Y nada existe más frágil que una criatura ilusionada a su propio respecto. ¡Es verdad! Los Benefactores nos advierten con el fin de que no perdamos nuestra independencia constructiva a cambio de consideraciones humanas (adulaciones), puesto que la trampa que pune al animal criminal es igual a la que sorprende al canario negligente.

Aun en los momentos de dificultades de alguien, “en las horas difíciles, en las que vemos a un compañero despeñarse en las sombras interiores, no olvidemos que, para auxiliarlo, es tan desaconsejable la condenación, como el elogio.” (2) Susurra la prudencia cristiana que nunca cediéramos campo a la vanidad sino viviésemos reclamando el deletéreo coctel de la lisonja a nuestro egocentrismo poco saludable.

Invariablemente quedamos sometidos a las injunciones sociales cuando buscamos la aprobación (elogio) de los otros, “cuando permanecemos en la posición de permanentes esclavos y pendientes del aplauso hipócrita y del barniz, de la lisonja, condicionándonos a vivir sin disfrutar de la libertad de la conciencia, sometiéndonos a ser manipulados por los juicios y opiniones ajenas.”(3)

El elogio nos facilita la presunción, la presunción nos remite la vanidad. En ese deseo insufrible de llamar la atención ajena, que remos ser aplaudidos y reverenciados delante de los otros. Actualmente se adopta asustadizamente el habito de los dirigentes incautos elogiar y exaltar a oradores en público. ¿Esas pompas y congratulaciones, observadas alrededor de algunos oradores famosos, no sería la repetición de las pompas del cristianismo sin Cristo?

A rigor, si alguien viene en público decir que un orador es “maravilloso”, “fantástico”, “brillante”, “inolvidable”, “Insustituible” y otras adulaciones más, lógicamente está elogiando y no estimulando o motivando a tal “homenajeado”

Por esas razones es importante vigilar las propias manifestaciones, no juzgando indispensable y prefiriendo la autocritica al autoelogio, recordando que el ejemplo de humildad es la mayor fuerza para nuestra transformación moral. “Toda presunción evidencia alejamiento del Evangelio.” (4)

Es urgente huir de elogiar a alguien que está obrando de conformidad con nuestras conveniencias, para no crearle trampas al camino ennoblecedor, “aunque nos constituya un deber prestarle asistencia y cariño para que se agigante más en las buenas obras.

El elogio es un veneno en forma verbal. Por esa razón no olvidemos que “aunque provenga de círculos bien intencionados, urge rechazar el toxico de la lisonja, pues el rastro del orgullo, sigue a la ruina.” (5)

Jorge Hessen

http://jorgehessen.net


Referências bibliográficas:

(1) ‘Disponível no site http://super.abril.com.br/blogs/cienciamaluca/o-que-a-gente-valoriza-mais-sexo-dinheiro-comida-alcool-amigos-ou-elogios acessado em 24/03/2011

(2) Xavier, Francisco Cândido. Fonte Viva, ditado pelo espírito Emmanuel, Rio de Janeiro: Ed FEB, 2000, Cap 37

(3) Xavier, Francisco Cândido. Saudação do Natal – Mensagem “Trilogia da vida”, ditado pelo espírito Cornélio Pires , SP: Editora CEU, 1996

(4) Vieira, Waldo. Conduta Espírita, ditado pelo espírito André Luiz, Rio de Janeiro: Ed FEB, 1972, Cap 18

(5) Idem cap 2

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